sábado, 20 de agosto de 2011

39. Frase memorable

La casa estaba en construcción, en el frente estaban las clásicas montañas de arena y piedra, un par de metros cúbicos desparramados en el piso. A la izquierda estaba la pila de ladrillos de cemento.

Creo que la pasión de hacer algo en la arena es algo innato, viene en la sangre.
Dos niños jugaban en la montaña de arena, juntos, pero cada uno en su mundo, compartiendo un poco y capaz que no tanto, en fin, jugando.

Tendrían entre 6 y 8 años de edad.
La madre sale a ver que hacen y avisa que la comida está lista, es mediodía.

- Ya voy! - Contestan casi al unísono.

El tiempo tiene otra prioridad cuando se juega en la arena.
Pasaron 5 minutos y los niños siguen jugando, la madre los vuelve a llamar y la historia se repite. Es lógico, la arena tiene "ese que se yo".
Como suele pasar en estos casos, casi en todas las familias, cuando la voz y la paciencia de la madre ya no alcanza se acude a la voz del padre, que casi nunca dice mucho, pero que cuando habla, las paredes tiemblan.

- ¡A ver si me ayudas en algo! - increpa al marido y caminando para la cocina sigue gritándole
- Levantate y andá a decirles que vengan a comer que se enfría todo! - mientras se limpia las manos en el delantal.

Molesto por ayudar con los chicos. ¡El estuvo trabajando toda la mañana! y ahora le toca esto de tener que, además, ayudar con los chicos.

Con el seño fruncido pone la mano arriba de la mesa, el mantel quiere esquivarla pero no puede, la mesa aguanta y ayuda a levantar ese cuerpo hambriento y cansado.
El sonido que secunda es el clásico arrastrar de la silla en el piso, silla arrastrada por padre jodido, sonido que debería alertar que algo se viene.

Yo estaba del otro lado de la tapia, los chicos jugando en la arena, el padre saliendo por la puerta de la casa. Mientras camina hacia ellos, con ademanes de domador, como sacándose el cinto les grita:


- ¡Les voy a enseñar a respetar a su madre, hijos de puta!
- Dejen de joder y vengan a comer.




Lo escuche y no me pareció nada particular, hasta que volví a repetir la frase en mis adentros.
Cuando algo que parece tan natural, mundano, casi se podría definir "normal" se vuelve incoherente.

Cada vez que algo resulta incoherente me acuerdo de la frase, pero los niños no, ellos tienen que respetar a su madre por ser hijos de puta.



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